martes, 16 de noviembre de 2010

Mi reflexion.

El horror que nos produce a la mayoría de las personas temas semejantes nos induce, la mayoría de las veces, a no pensar en ello. Apartamos nuestro pensamiento de estas cuestiones porque nos resulta doloroso analizar las causas.Esta es una de las características más comunes de la violencia. La repugnancia que nos produce a la mayoría de las personas se traduce en una falta total de deseos de estudiarla y de comprenderla.Podemos ver, e incluso disfrutar de la violencia en la ficción. Las películas de acción violenta y las de terror, sangre y vísceras triunfan en las taquillas de todo el mundo, pero la violencia real, de la calle se nos hace totalmente insoportable.Podemos contemplar inmutables cómo Swarzenegger extermina a un batallón de vietnamitas, pero no podemos dejar de estremecernos al contemplar un conato de pelea en la calle. Se ha hablado y se ha estudiado mucho sobre la posible influencia de las películas de ficción violentas en la violencia juvenil pero no hemos podido llegar a resultados concluyentes.Vivimos en una sociedad dura y en muchos casos evidentemente hostil. Sufrimos continuamente agresiones externas de todo tipo: desde el bocinazo en el atasco de camino al trabajo, el empujón en el metro o el autobús, la bronca en la oficina o la pelea en la discoteca... En el interesante artículo que acabo de mencionar se habla, a mi juicio muy acertadamente, de que el origen de la violencia doméstica se encuentra, en gran medida, en una educación inadecuada, pero en el origen de toda violencia se encuentra igualmente la propia naturaleza humana.La violencia aunque se trate solamente de una violencia verbal marca de manera ineludible a la persona. Las repercusiones de una agresión verbal pocas veces se han evaluado pero no hay duda de que sus efectos pueden durar días, años o incluso todo el resto de la vida en el comportamiento de quien lo sufre.Sabemos que no nos tiene que afectar, debemos superarlo, no tiene importancia, estamos muy por encima de todo esto, pero ¿cómo evitar que realmente nos influya?Afrontar un ataque verbal con éxito es cuestión de encontrar, no sólo unas técnicas adecuadas, sino evidentemente de pura de suerte.El individuo que, fuera de sí, inicia un ataque verbal olvida en muchos casos la razón, el origen mismo de su enfado, e incluso es posible que siguiendo su propia dinámica desencadene la violencia física.Un ataque verbal es conveniente atajarlo ya desde su mismo origen y para ello puede ser muy útil plantear al agresor dudas sobre su propia violencia. "Me parece que se siente usted bastante alterado" pueden ayudar a matizar la situación, frenar la agresión o, por el contrario, contribuir a echar más leña al fuego. Igualmente, si alguien nos insulta tenemos básicamente dos opciones: aumentar su importancia dejándonos alterar y de ahí enfrentarnos a sus consecuencias inmediatas ( la lucha o la huída) o no darle importancia. No dar importancia a un insulto pude resultar la mejor defensa, pero también puede excitar aún más al agresor que, de esa manera, puede sentirse despreciado. Otra técnica para desarmar al agresor es sumarse, si es posible, a la propia corriente del agresor. Saber darle la razón, al menos en parte. Numerosos estudios han demostrado que a los seres humanos nos resulta mucho más difícil agredir a alguien que, encima, nos está dando la razón. En cualquier crítica hay siempre una parte de verdad. Aceptar esa parte de verdad desarma al agresor. Al final somos nosotros los que debemos evaluar cual es la mejor estrategia, analizando rápidamente a nuestro agresor y analizando igualmente las circunstancias que rodean esa agresión. Si logramos mantener la calma y adoptamos una situación lo suficientemente enérgica estamos en disposición de desafiar con garantías cualquier tipo de situación comprometida, porque además tenemos la razón…

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